Pongamos un stop a los comentarios negativos, empecemos a resaltar las cualidades propias y de los demás.
Me gusta escribir en la noche, porque me siento sola, libre, a gusto, en paz. Porque siento que es el momento del día donde pienso con claridad. Donde las ideas no se ven distorsionadas por el ruido del día o por los pensamientos acumulados.
Aprendamos a resaltar las cualidades y virtudes, y a minimizar los defectos, las cosas feas. Aquellas que reflejan más de nosotros que de ellos.
Es ese momento en el que leo y analizo. Pienso. Medito. O simplemente reviso las redes sociales y me doy cuenta de muchas cosas. Unas vacías, unas productivas, unas superficiales, unas dolores, unas aterradoras, unas problemáticas o unas graciosas pero siempre se encuentra algo.
Hoy por ejemplo me di cuenta de lo mucho que puede afectar los comentarios que decimos en las personas que recaen. A veces no nos medimos y lanzamos palabras que afectan, que marcan, que hieren, que duelen. De pronto (quiero creer esto) no lo hacemos con tal intención, pero lo hacemos. Y es lo que importa. Las palabras no la podemos devolver, y lo que fue en broma quedó ahí, donde duele, donde están las inseguridades, los vacíos, justo ahí donde lastima. Entonces te vuelves un agente de dolor para esa persona. Por eso, no importa cuan “estupido” suene para ti, guárdatelo. Si sabes que no será productivo, resérvalo. Si crees que puede hacer daño, o incluso si no, déjalo ahí. No te vuelvas uno más del montón. No seas de aquellos que disfrutan con el mal ajeno.
Aprendamos a resaltar las cualidades y virtudes, y a minimizar los defectos, las cosas feas. Aquellas que reflejan más de nosotros que de ellos.
No permitamos que los niños se vuelvan agentes de rencor. Agentes maldad. Agentes de matoneo. Pero sobre todas las cosas. No permitamos que los niños sean víctimas de esto. Y eso, se enseña en casa. En casa aprendemos que no se debe hacer y que no se debe recibir.
Enseñemos a dar palabras lindas pero también enseñemos a recibir solo esas palabras que nos ayudan a crecer y a creer. A creer que somos y podemos, que valemos y que merecemos, porque en este momento de la vida me he dado cuenta. Que recibimos en nuestra vida solo lo que creemos merecer.
¿A qué me refiero? Esto significa que si tu estas consciente de lo mucho que vales y lo mucho que eres, solo recibirás cosas que vayan a tu medida. Pero si ni siquiera nosotros sabemos lo que somos recibiremos, simplemente, lo que cualquiera vaya ofreciendo. Sea positivo o negativo. Mucho o poco.
Seamos luz.
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