En la oscuridad de mi habitación, no lograba distinguir si era yo al borde de mi cama o aquello era solo producto de mi imaginación. Un silencio total encerraba el entorno, el único ruido era producido por el motor del aire acondicionado y en ocasiones perros ladrando a lo lejos. Quería levantarme, pero algo me lo impedía, sentía una ligera presión en mi pecho, como un huracán arrasando con la poca calma que quedaba. Quería gritar, pero la voz se enmudeció por unos segundos, segundos que se convirtieron en largas horas, me quería mover, pero no lo lograba. Necesitaba volver a dormir, faltaba poco para que mi alarma de pelo largo, manos suaves y voz angelical, tocara la puerta para alistarme e ir al colegio.
"...Mi reflejo lleno de temores, fue el que me causo esa sensación de ahogo..."
Cursaba sexto grado y sabía que hablar de estos sucesos lograría dos cosas, o volverme interesante frente a mis compañeras, o ser tachada de loca. Pero sabía que no lo era, ahí estaba esa sombra, junto a mí. Mirándome y yo sin hacer nada. Eran las 3 de la mañana del 4 de septiembre del 2006 y en el resto de mi casa todo transcurría aparentemente normal. El perro patas arriba durmiendo junto a mi puerta, mis padres quizá en algún juego de seducción, mi hermana, ausente, pues días atrás se había escapado de la casa en busca de un amor que dejó solo historias. Emperatriz dormida, aunque a veces se levantaba a servir agua en un vaso de vidrio para botarla de inmediato, producto de su mal dormir. Nada de eso importaba, ahí estaba yo, luchando contra eso que no lograba descifrar.
Aunque me causaba temor, se concebía familiar. Sentía el segundero de un reloj que no existía en mi habitación, decirme como pasaban los segundos sin poder hacer nada. Minutos de agonía, de desespero y poca calma, después de eso, como con un vaso de agua fría, desperté, esta vez de verdad, todo era una pelea interna para aprender a afrontar miedos, aquellos que estaban inmersos en mi, que negaba pero por dentro me tallaban. Estaba yo, frente al espejo. Siempre fui yo, ahí. Mi reflejo lleno de temores fue el que me causo esa sensación de ahogo, esa presión que imposibilitó poder dormir de nuevo.
Interesante, no se si es una historia producto de tu imaginación o es producto de sentimientos de tu vida real... Lo que si sé es que siendo un adolescente, viví la misma experiencia un par de veces, sin embargo; nunca concluí en aquel entonces que fueran mis propios miedos. Tantos años después me sorprende y me emociona encontrarme si buscar, con una explicación con una interesante lógica.